sábado, 22 de diciembre de 2007

El fútbol del interior lagrimea su pobreza‏

por Horacio Abel Ayestarán

Las contradicciones están a la orden del día en Boca Juniors. De todas maneras, si la reunión del presidente Pompilio, tan anunciada, se realizaba ayer, quedaría develado el tema del entrenador. Pero la curiosidad asaltó a muchos cuando las páginas de la prensa deportiva decían que si no era Russo sería Ruso, aunque Maradona le bajó a éste el pulgar, lo que había hecho con los rumores que Carlos Bianchi podría retornar a la Bombonera. Darle la derecha a Riquelme para que haga lo que se le antoje significaría en el futuro un perjuicio, sabedores de la malformación de éste en varias cuestiones, especialmente en su propia conducta. Si ya es un cabaret todo lo hecho hasta ahora, podría esperarse un aumento de los problemas. La otra versión de Maradona a un canal de TV es que estaba esperando un llamado de Pedro (por Pompilio) para meterse en el corazón de estas cuestiones (guay).
Mientras, los demás clubes en su generalidad difieren, según parece, de la nerviosidad boquense y han entrado a gozar de sus vacaciones hasta el 3 de enero, cuando tras esto les espera un mes muy ajetreado con los torneos de verano donde no quedará una noche sin que haya fútbol en las pantallas.
Hay otro tema que nos toca más de cerca y es el relativo al tercer campeonato del interior, caratulado como Categoría C, que se le vuelve a sumar a sus hermanas A y B, en total participarán en el mismo 258 equipos, divididos en 67 zonas y en una de ellas está el Club Sports de esta ciudad. Se deduce que varios centenares de Ligas, donde se incluye la nuestra, continuarán entregándoles sus fondos sin miramientos al Consejo Federal que sólo por organizar los fixtures y elegir los árbitros, se lleva la tajada del león ya que, se sabe, les cobra a los clubes por cada partido contando con la fidelidad de las Ligas para girarles los fondos. Es inimaginable la cantidad de dinero que recluta en la temporada y mucho menos nadie tiene idea dónde va a parar tan abultada suma que debiera, al cabo de cada año, volver a los clubes como una ayuda destinada a sufragar al menos una parte de los cuantiosos gastos que origina la intervención en los certámenes. Sin embargo, como en otras ocasiones, somos los únicos en levantar la voz, mientras los que podrían hacerlo miran para otro lado con total desparpajo. Son los que meten la cabeza bajo la tierra como el avestruz, algunos porque reciben una migaja y la gran mayoría observa impertérrita, sin tener posibilidades de intervenir, lagrimeando su pobreza. Una historia ya demasiado vieja para que continúe sumando nuevos capítulos.


La Opinión de Pergamino - Gentileza: Horacio Adaro

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